El 3 de julio, el Rey, que estaba hasta las reales narices del inmovilismo de Arias Navarro, encargó al abulense Adolfo Suárez la formación de un nuevo gobierno. Tres días más tarde, el nuevo presidente salió en horario prime time por la televisión anunciando una Ley de Reforma Política y elecciones democráticas. Estaba claro que los próximos meses iban a ser determinantes para el modelo de estado. Sin embargo, en agosto, la primera acción del gobierno con respecto a Castilla fue un jarro de agua fría para las agrupaciones regionalistas. Adolfo Suárez decidió crear una comisión que estudie la posibilidad de hacer una Región Centro a la medida de Madrid para aliviarla de su sobredesarrollo demográfico. Esta región contaría con las provincias de Madrid, Ávila, Segovia, Toledo, Ciudad Real, Cuenca y Guadalajara. El texto del BOE la justificó así:
No llegando a formalizarse una por presiones castellanistas y otra por se inventaron que al ser Madrid la Capital de España se llevaría parte mayor del presupuesto estupidez, ya que fue Valladolid Capital de España y nadie se le ocurriría decir que Valladolid no es castilla o sacarlo de la región o comunidad castellana.

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