Hoy se cumplen veinticinco años del asesinato de Rudolf Hess. Los
aguerridos defensores de la libertad y de los derechos humanos,
vencedores en la Segunda Guerra Mundial, lo mantuvieron encerrado e
incomunicado durante más de veinte años. Su terrible delito fue intentar
iniciar unas conversaciones de paz con la Gran Bretaña para poner fin
al conflicto que ensangrentó a Europa. Ni siquiera pudieron acusarlo,
como a otros camaradas suyos, de participar en fantasmagóricos
"genocidios" y demás inventos de la propaganda bélica. Su crimen
consistió en ser fiel a sus Principios, a su Führer y a su Pueblo. Y
eso, entonces como ahora, es algo que el Sistema no perdona.
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