2 de Mayo: Madrid es Castilla

Para los castellanistas la frase “Madrid es Castilla” es ya algo
tradicional. Pero para los madrileños es poco menos que un lema extraño y
estrambótico. Y esto es debido a una implacable labor de involución
cultural e identitaria por parte de la propia Comunidad de Madrid, que
durante estos casi 30 años de autonomia, ha hecho lo posible por lavar
el cerebro a la población de Madrid para hacerle olvidar quien es y de
donde procede. Los esclavistas negreros en Estados Unidos hacian algo
similar con las personas de raza negra que traían presas desde África.
El primer requisito para un esclavo dócil es hacerle olvidar su lengua,
su religión y su nombre. En resumen, borrar su identidad. ¿Demagogia por
mi parte?. Ninguna. A la realidad de Madrid me remito hoy. La frase más
repetida durante 8 años de presidencia de la Comunidad por parte de
Alberto Ruíz Gallardón ha sido “la identidad de Madrid es que no tiene”.
Frase recuperada en más de una ocasión por Esperanza Aguirre. De lo que
podría deducirse que Madrid no tiene lengua propia, costumbres propias,
historia propia y tradiciones propias. El problema es que la Historia
está ya escrita y nos dice una y otra vez que Madrid jamás ha sido nada
distinto a Castilla desde hace siglos. No voy a entrar ahora en
disquisiciones históricas. Me voy a remitir al propio Estatuto que
define a Madrid como región castellana. Me remito a su bandera, que es
roja por Castilla y me remito a su escudo, rojo por Castilla y que lleva
dos castillos por ser el enlace entre las dos Castillas. Pero voy más
lejos. Incluso en Madrid Capital, tan cosmopolita como la catalanísma
Barcelona, la Lengua y tradiciones de sus habitantes son las
castellanas. La misma Lengua Castellana que se habla en Toledo o en
Burgos se habla en Madrid. Aquí no hay ceceo ni seseo. Londres es
también muy cosmopolita y capital del Reino unido, pero a nadie se le
ocurrió por ello convertirla en un ente autónomo que creciera de
espaldas a Inglaterra. Pero en una España que ha intentado ser un copia y
pega de la centralista Francia, las cosas se han hecho de manera
lamentable.
Tras estos casi 30 años de ocultamiento y de hacer todo de espaldas
al pueblo de Madrid (todo el proceso autonómico de las comunidades
castellanas se hizo así, desde las sombras y casi en secreto, típico
de traidores), España se encuentra en un callejón sin salida, que los
castellanistas llevábamos anunciando desde los años ’80, y es la
inviabilidad de las 17 autonomías, empezando por las 5 castellanas. Y
ahora los mismos partidos que traicionaron esta tierra (PSOE, PCE, AP,
UCD) no saben como salir del atolladero. Nosotros volvemos a insistir en
la urgente necesidad de unir a todas las comunidades castellanas. Que
Madrid tenga su propio parlamento resulta tan ridículo como el que tiene
La Rioja, Cantabria, Castilla y “León” o Castilla La Mancha. Pero
aparte de ridículo, es que no podemos pagarlo.
Castilla se hunde ante la indolencia de su pueblo (ignorante de sí
mismo) y la desidia de sus políticos. Madrid también. Los resultados
económicos ocultan una grave realidad y es que la autonomía madrileña
crece por encima de la media española gracias a los impuestos de más de 6
millones de personas que viven en esta artificial región. Madrid apenas
tiene industrias o agricultura y de no ser por sus numerosos
contribuyentes y por albergar en ella la capitalidad de España, estaría
tan despoblada y empobrecida como Soria. Los números son claros, de
65.000 millones que da al Estado la CAM, solo 15.000 se quedan aquí.
Madrid se convierte por ello en un jugoso pastel no solo para el propio
Estado, sino para la periferia española, que es a donde va la mayor
parte de esa inversión y que bien podria quedarse en las regiones
castellanas que lo necesitan más que nadie. Esto es lo que consiguieron
en 1983 nuestra gloriosa clase política. Romper Castilla, quitarle
Madrid y por tanto robarle la única provincia con un cierto grado de
desarrollo. Castilla sin Madrid no tiene futuro alguno. Pero tampoco voy
a echar toda la culpa a los partidos nacionales. Los partidos y
formaciones castellanistas también han hecho una labor lamentable en
este sentido. Unos apoyando un provincianismo caciquil típico de nuestra
tierra, que niega por ejemplo que Madrid pueda ser Castilla por
albergar la capital de España y otros solo centrados en su obsesión por
fagocitar como fuera a otra región desaparecida del mapa español. Me
estoy refiriendo a la Región Leonesa. Lo que viene a demostrar cual es
una de las causas por las que el Castellanismo hoy es una corriente o
corrientes residuales en la propia Castilla; sus graves errores de
análisis de la realidad castellana. Porque una vez más, insisto, el
futuro de Castilla pasa por Madrid y no por León, Zamora y Salamanca.
Que además tienen el justo derecho a volver a ser lo que siempre fueron,
el Reino de León o la Región Leonesa.
¿Y que necesita Madrid de Castilla?. Madrid necesita
descongestionarse. No puede haber desiertos demográficos y económicos en
la Meseta y más de 6 millones de personas hacinadas en una sola
provincia. Si Castilla y “León” van camino de ser un desierto humano y
una región de ancianos, Madrid va camino del colapso demográfico. Madrid
no puede seguir siendo un oasis en medio de un páramo yermo. Y desde
luego Madrid necesita beber de sus hermanas castellanas para recuperar
su IDENTIDAD. Porque vuelvo a repetir, 30 años de autonomía solo han
servido para convertir a la CAM en el centro de la España cañí. La
España que solo entiende de Toros y Flamenco. La España de Manuel Fraga y
su Spain is Different. La España centralista, jacobina,
paleta y negadora de la riqueza cultural de nuestro país. De no ser por
los museos de la Capital, la CAM figuraría hoy a la cola de la oferta
cultural de todas las regiones españolas. Parece que nuestras
autoridades autómicas están más interesadas en convertir en andaluces a
los madrileños, que en servirles con eficacia en sus derechos como
ciudadanos.
Parafraseando a Cambó, me gusta decir que mi manera de ser español es
sentirme profundamente castellano. España es un precioso puzzle de
culturas e identidades. Todas ellas merecen el mismo respeto y
consideración. Negar una de las piezas clave de este puzzle como es
Castilla, es atentar contra los propios cimientos de la nación española,
a la que hoy nuestra clase política ha convertido en un mero mercado en
el que Castilla paga la cuentas y a cambio solo recoge los odios de la
periferia. Esta España insostenible se está viniendo a abajo. Ha entrado
en un proceso irreversible de disolución, si nadie lo evita. La
presencia de Castilla se hace cada vez más urgente y Madrid ha de ser su
punta de lanza. Basta ya de negar la evidencia del desastre de este
estado autómico construido sobre los escombros de Castilla. Basta ya de
historicismos estúpidos que no conducen a ninguna parte. Basta ya de
centrar el debate en León. Basta ya de manipular a los castellanos y
particularmente a los madrileños. Basta ya de negar a Castilla y la
castellanidad de Madrid. 30 años de mentiras son suficientes.
¡Viva la unidad de Castilla y viva Madrid castellano!

Hacia otro Castellanismo.

También decidimos revisar en profundidad el concepto de Castilla, que
se nos antojaba alejado de la realidad y sobre todo de la tradición
histórica. Como en todo nacionalismo o regionalismo, siempre hay algo de
falsedad o de artificialidad y tampoco de eso se ha librado el
Castellanismo. Desde los irreales y ridículos mapas de Carretero, a ese
otro de 17 provincias, convertido hoy en dogma tridentino por parte de
algunos. Sin olvidarnos de los que simplemente añoran la Corona de
Castilla y León por completo, incluidas sus posesiones en ultramar. Es
una falsedad decir que todas las comunidades de villa y tierra son
Castilla porque resulta que también las hay fuera de Castilla. Es una
falsedad justificar la absorción de la Región Leonesa (León, Zamora y
Salamanca) en base a que a partir del 1230 los reinos de Castilla y
León comenzaron a compartir un mismo rey (como sucedió por ejemplo entre
Aragón y Cataluña), porque compartir un rey no es fusionar a dos
pueblos diferentes. Es una falsedad identificar al Reino de León del
año 1230 con las actuales provincias de León, Zamora y Salamanca,
porque entonces la Corona Leonesa ocupaba una extensión mucho mayor que
estas 3 provincias. Es una falsedad apropiarse de la exclusiva de la
Guerra de las Comunidades, cuando su ámbito rebasó a la Castilla
propiamente dicha, salvo que consideremos a Andalucía, País Vasco o a
Alicante como castellanas. Y además dicha Guerra comenzó en Toledo en
1520 y finalizó en 1521 en esa misma ciudad castellana y no en Villalar.
Es una falsedad decir al pueblo castellano que Los Comuneros usaban una
bandera morada, cuando su signo distintivo fue una cruz roja por ser
este el verdadero color castellano. Es una falsedad decir que El
Empecinado usaba esa misma bandera morada en su guerra contra Fernando
VII porque no hay ni un solo documento o testimonio que así lo indique. Y
es una falsedad y esta quizá de las más graves, afirmar ante los
castellanos que Castilla son 17 provincias porque así se firmó en un
Pacto Federal Castellano, cuando el mismo fue un simple manifiesto del
Partido Republicano Federal de 1869, que solo representaba si acaso a
los miembros de dicho partido y no a Castilla. Entiendo que muchos han
dedicado buena parte de su vida a defender estos dogmas, pero por ese
camino hemos llegado donde estamos. El Castellanismo hoy es marginal y
casi inexistente y el que existe ya ha tocado techo. Culpar simplemente
al dogmatismo sería injusto por mi parte. Está más en la actitud de los
propios dogmáticos que no solo han confundido el medio (el partido) con
el fin (Castilla), sino que además nunca entendieron que un partido que
se construye entre todos, pertenece a todos y no es patrimonio de nadie.
Y esta realidad se ha repetido una y otra vez bajo estas u otras
siglas, bajo esta u otra formación política y así fueron desapareciendo
una tras otra.
Por estas y otras razones algunos nos decidimos a ser más prácticos,
sin que eso significara ser menos rigurosos a la hora de decidir de qué
Castilla estábamos hablando. De modo que no nos marchamos al 1230, ni a
las opiniones de los literatos del 98, de Onésimo Redondo, Gumersindo de
Azcárate o de Sánchez Albornoz. Este último gran medievalista, pero que
en realidad siempre confundió a Castilla con la Corona de Castilla y
León y a estas dos con su idea de España, para al final bendecir
segregaciones graves como Cantabria, La Rioja o toda la Castilla Sur y
el nacimiento de engendros autonómicos como la comunidad autónoma de
Castilla y León. Que una persona sea experta en algo, no la convierte en
experta en todo y desde mi punto de vista el Sr. Albornoz no era ni fue
nunca castellanista y es una de las personas que más daño ha hecho a la
identidad castellana. Pero como decía, pensamos en acercarnos algo más a
la realidad y dejamos de rebuscar en el 1230 o en 1869 para centrarnos
en la madre del cordero que es la Constitución de 1978. En realidad es
de aquí de donde parten los grandes males que azotan a nuestra tierra.
Porque si hasta entonces habíamos tenido una Castilla dividida en dos, a
partir de ese año y hasta 1983 vimos nacer 5 divisiones más. Con todo,
la Constitución de 1978 reconoce algo importante, las provincias. Y por
otro lado habla de autonomías pero no nombra cuáles, dado que hasta 1983
no se promulgaron los últimos estatutos autonómicos de las comunidades
castellanas. Si la Constitución no menciona cuáles son las actuales
comunidades autónomas castellanas, obviamente los artificiales límites
geográficos e institucionales entre ellas pueden cambiarse. Lo que a
dogmáticos y desertores siempre les pareció una utopía, a nosotros en
cambio nos pareció algo cercano y realizable. No se trata de volver a
Castilla La Vieja y La Nueva, que eran regiones meramente existentes en
los mapas escolares. Se trata de unir a las provincias que formaban esas
dos regiones sin olvidarnos de Albacete, que ha estado casi dos siglos
intentando despegarse de su hermanastra murciana. ¿Significa eso que nos
olvidamos de Utiel y Requena?. No, para nada. Esto es un punto de
partida. Si los demás no tienen reparos en fijar públicamente su vista
en territorios que llevan siglos siendo castellanos, nosotros tampoco
tendremos complejo alguno en denunciar y gritar a los cuatro vientos lo
que estimemos justo para Castilla y los castellanos. Lo que tampoco
significa que estemos 30 años discutiendo si el pueblo de mi abuela que tanto me quería, es o no castellano.
Tampoco nos olvidamos de ser solidarios y de ser justos. Si desde
hace siglos en toda la Cartografía española y europea había sido una
constante la existencia del Reino de León. Y si desde 1883 hasta 1983
había existido una Región Leonesa, pretender obviar estos hechos y
reclamar como Castilla lo que nunca había sido tal, nos parecía una
estupidez. Sabíamos que esto no iba a gustar en un sector del castellanismo morado,
acostumbrado a imponer sin oposición alguna su idea de Castilla, pero
nos dio igual. Y para nuestro asombro, nos dimos cuenta de que mucha
gente compartía nuestro punto de vista. No solo nuestros hermanos
leoneses claro, sino muchos castellanos en Burgos, en Segovia, en
Toledo, Valladolid o en Guadalajara. Y es que el respeto que uno pide
para sí, comienza por el respeto al prójimo. La misma injusticia
cometida contra Castilla por parte de la clase política del Régimen del
78, se hizo también contra la Región Leonesa; cuando encima hubo mucha
más movilización popular en contra en esa región, que en las dos
castellanas. Y no olvidemos que el propio estatuto de la comunidad
autónoma de Castilla y León habla y se remite a dos reinos.
¿Porqué una asociación cultural y no un partido político?.
Simplemente porque nos pareció algo más plural, más abierto a todos y
más cercano que un partido político. Como he dicho, aquí no nos vamos a
matar por una poltrona en tal o cual ayuntamiento, ni vamos a vender a
nuestra tierra por un plato de lentejas, venga del PSOE, del PP o de
quien sea. Eso se lo dejamos a los demás. Además pensamos que era la
mejor manera de crear una corriente de opinión. Somos muy conscientes de
nuestros límites, pero si el ecologismo y el feminismo han podido calar
en algunos partidos, el Castellanismo no tiene porqué ser menos. El
triunfo comienza con la voluntad, decía Kipling. Y no olvidemos que
partidos que ejercen como nacionales en las comunidades
castellanas (PSOE-PP-IU), son regionalistas o abiertamente nacionalistas
en Cataluña, Galicia, Valencia o Andalucía.
Ese es nuestro propósito junto con el de velar, defender y
promocionar el basto legado cultural de Castilla. Hoy amenazados por una
identidad falsamente española que solo entiende de Flamenco y Toros y
sobre todo por un peligroso proceso de Globalización, que supone la
mayor amenaza para todas las Culturas e Identidades de los pueblos de la
Tierra.
De Santander a Ciudad Real y de Toledo a Logroño, pasando por
Madrid, todo es Castilla. No buscamos nada más. Tampoco molestar a
nadie, pero al que le moleste, ajo y agua que diría un castizo. Hace
siglos algunos se empeñaron en meter en la cárcel a quienes defendían
que la tierra era redonda o que no ocupaba el centro del Sistema Solar.
No hace mucho tuvieron que pedir perdón. Nosotros respetamos todas las
ideas, incluso las que no nos gustan. Solo esperamos el mismo trato por
parte de los demás. Lo nuestro es una opinión y sobre todo una pasión
por nuestra tierra a la que amamos tanto como el que más, no un dogma
que queramos imponer a nadie. No estamos aquí para ganar dinero o fama.
Estamos porque tenemos una deuda con esta bendita tierra de Castilla,
con su Historia y Cultura y sobre todo con nuestros antepasados que nos
observan desde las estrellas. Castilla tiene derecho a existir dentro de
España y dentro de Europa. No para ser más que nadie pero tampoco para
ser menos. A esta tarea os animamos a todos los castellanos de bien. Y
no hay mayor bien que la lucha justa, noble y santa que es la lucha por
Castilla. El Pendón Carmesí volverá a ondear sobre nuestra tierra,
cueste lo que cueste y pese a quien le pese.
¡Viva Castilla Unida!

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